Ojos Negros, piel canela

Ojos Negros, piel canela
Sólo las máximas breves son capaces de hacerte despertar y ver las cosas desde otra perspectiva, sólo los pequeños tesoros nos conmueven, sólo necesito esa noche aquel: “Sé feliz”más sincero que había escuchado, para entender que era lo único que merecía la pena ser en esta vida.

viernes, 13 de agosto de 2010

...A Porta Gayola

No tengo intención de robarle la idea, ni el blog que espero que ojeéis: http://aportagayola.wordpress.com/, pero me veo obligada a dedicárselo con cariño y haciéndo publicidad de su buen escribir, y buena palabra a una de las personas que más admiración y cariño ha ganado de mi parte este año, y con su permiso tiro de vena torera y guerrera.
Las “buenas”chicas, como me enseño mi padre, cumplen tres reglas de oro: “ Ver, oir y callar con la mejor de las sonrisas”. Dicen que no hay porque querer bien dejémoslo así, a todo el mundo, lo bueno aborrece, y lo malo destruye, a fin de cuentas. Aguanto el tipo las ganas y las fuerzas con dientes apretados, lagrimillas al borde del abismo y un halo de dramatismo teatral.
Los humanos, en toda nuestra perfección, los solemos cometer, están a la orden del día, yo, tú y todos cometemos errores, muchos y variados, y ahí se aferra siempre uno al recurrente “lo siento”, esperando el consuelo de un sincero perdón, o al menos un perdón a secas.
Sin embargo, empiezo a sospechar, no sin cierto pánico, que contra todo prónostico hay gente que se vuelve adicta a la imperfección de ser el “más”, gente insana, difícil, marchita, tracemos ya de una vez la línea del bien y el mal para esas fieras, señores.
Uno lidia a ciegas, con sonrisa y capote en mano con los toros más difíciles, y aún así no pierde la esperanza de hacer de la terrible faena una gran tarde de gloria, de esas de leyenda y puerta grande, pero de vez en cuando, se encuentra de frente ante lo peor de jugársela al todo o nada, se encuentra a lo peor, y cree por un instante que una retirada a tiempo es la mejor de las opciones, que las cornadas no perdonan.
Cornadas que van directas a quemaropa, te hieren, te retuercen las entrañas, y abren sin tregua una brecha profunda que más allá de desangrarte en palabrería barata, te ahoga, te forma un nudo de garganta y por fin, como si de un ciclo vital se tratará y la resurrección te fuera concedida, te hace madurar y resurgir a patadas de tus propias cenizas.
Pero hasta para esto de los toros de calle, los hay con más talento toreando, los hay en todas partes, para todos los gustos, son los individuos de las “verónicas” más soberbias en el ruedo, esos que yo suelo apodar “los líderes”, en su significado más peyorativo, por supuesto, que sólo rinden cuentas a su infinito ego y estima, esos que no conocen la palabra “escrúpulo” ni aunque se la graben con letra de grana y oro en su propio traje de luces, los que miran por encima, y se justifican susurrándote el tópico de: “soy demasiado para ti”, a esos que hasta recordar, te produce un extraño dolor.
Vivir expuesto a estas bestias urbanas, es sólo para aprender a “comer o ser comido”, y eso significa plantarle cara y rebajarte a su nivel de vívoras, esa es la ley de la naturaleza, que no siempre beneficia a los más fuertes, o elegir huir con la rabo entre las piernas, asumiendo que alguna vez también los buenos no son los héroes de la película.
A lo mejor los buenos, acaban reinando en su propia selva, a lo peor, se acaban creyendo que pueden dominarles.
Con cariño, a todos aquellos que se han marcado buenos pases a mi costa, prometo hacer de ello una experiencia productiva.