Ojos Negros, piel canela

Ojos Negros, piel canela
Sólo las máximas breves son capaces de hacerte despertar y ver las cosas desde otra perspectiva, sólo los pequeños tesoros nos conmueven, sólo necesito esa noche aquel: “Sé feliz”más sincero que había escuchado, para entender que era lo único que merecía la pena ser en esta vida.

viernes, 13 de agosto de 2010

...A Porta Gayola

No tengo intención de robarle la idea, ni el blog que espero que ojeéis: http://aportagayola.wordpress.com/, pero me veo obligada a dedicárselo con cariño y haciéndo publicidad de su buen escribir, y buena palabra a una de las personas que más admiración y cariño ha ganado de mi parte este año, y con su permiso tiro de vena torera y guerrera.
Las “buenas”chicas, como me enseño mi padre, cumplen tres reglas de oro: “ Ver, oir y callar con la mejor de las sonrisas”. Dicen que no hay porque querer bien dejémoslo así, a todo el mundo, lo bueno aborrece, y lo malo destruye, a fin de cuentas. Aguanto el tipo las ganas y las fuerzas con dientes apretados, lagrimillas al borde del abismo y un halo de dramatismo teatral.
Los humanos, en toda nuestra perfección, los solemos cometer, están a la orden del día, yo, tú y todos cometemos errores, muchos y variados, y ahí se aferra siempre uno al recurrente “lo siento”, esperando el consuelo de un sincero perdón, o al menos un perdón a secas.
Sin embargo, empiezo a sospechar, no sin cierto pánico, que contra todo prónostico hay gente que se vuelve adicta a la imperfección de ser el “más”, gente insana, difícil, marchita, tracemos ya de una vez la línea del bien y el mal para esas fieras, señores.
Uno lidia a ciegas, con sonrisa y capote en mano con los toros más difíciles, y aún así no pierde la esperanza de hacer de la terrible faena una gran tarde de gloria, de esas de leyenda y puerta grande, pero de vez en cuando, se encuentra de frente ante lo peor de jugársela al todo o nada, se encuentra a lo peor, y cree por un instante que una retirada a tiempo es la mejor de las opciones, que las cornadas no perdonan.
Cornadas que van directas a quemaropa, te hieren, te retuercen las entrañas, y abren sin tregua una brecha profunda que más allá de desangrarte en palabrería barata, te ahoga, te forma un nudo de garganta y por fin, como si de un ciclo vital se tratará y la resurrección te fuera concedida, te hace madurar y resurgir a patadas de tus propias cenizas.
Pero hasta para esto de los toros de calle, los hay con más talento toreando, los hay en todas partes, para todos los gustos, son los individuos de las “verónicas” más soberbias en el ruedo, esos que yo suelo apodar “los líderes”, en su significado más peyorativo, por supuesto, que sólo rinden cuentas a su infinito ego y estima, esos que no conocen la palabra “escrúpulo” ni aunque se la graben con letra de grana y oro en su propio traje de luces, los que miran por encima, y se justifican susurrándote el tópico de: “soy demasiado para ti”, a esos que hasta recordar, te produce un extraño dolor.
Vivir expuesto a estas bestias urbanas, es sólo para aprender a “comer o ser comido”, y eso significa plantarle cara y rebajarte a su nivel de vívoras, esa es la ley de la naturaleza, que no siempre beneficia a los más fuertes, o elegir huir con la rabo entre las piernas, asumiendo que alguna vez también los buenos no son los héroes de la película.
A lo mejor los buenos, acaban reinando en su propia selva, a lo peor, se acaban creyendo que pueden dominarles.
Con cariño, a todos aquellos que se han marcado buenos pases a mi costa, prometo hacer de ello una experiencia productiva.

viernes, 30 de julio de 2010

De esos de "Te quiero, te quiero"...

Había prometido continuar hablando de los miserables, sin embargo, creo que se me llenaría la boca repitiendo una y otra vez lo mismo, así que los dejo para conclusiones ajenas, que al fin y al cabo suelen ser las mejores. Tiro de antología barata, y todo sea dicho, porque mientras escucho a Sabina me da por el desgarro y la vena melancólica, esta vez, abusando de vuestro permiso, me voy por bulerías.
Irse por buelerías significa, al menos para mi, dibujar a grandes trazos aquello que guardas en el fondo, a los trapos sucios del alma no se les debe airear, por si a caso, no vaya a ser que en una de esas nos volvamos más mortales de lo que ya somos, pero por una vez, y que no sirva de precedente, tiraré de ello.
Existe una fuerza invisible, valga la cursilería, más allá de cualquier ley física, que nos atrae hacia ciertas personas, no sabría explicar, ni tirando de ciencias ni de letras, por qué establecemos algun tipo de relación con personas de tan distinto calibre, pero de repente nos sorprendemos haciendo amigos en sitios insospechados, riéndonos con desconocidos o besando, simplemente, a gente extraña.
Los vínculos, amigos, van más allá de toda lógica, te atan con paciencia y tesón a esas sonrisas amigas a esas palabras de apoyo, y ya no tienes más remedio que dejarte arrastrar por la corriente y confiar ciegamente en que te llevaran a buen puerto.
Quien no ha tenido un amigo de verano de esos de “te quiero, te quiero”, un amor platónico, o prohibido, no sabe todavía a lo que me refiero.
Te pueden partir cien veces el corazón, que siempre te queda algun trozo para seguir adelante, te pueden traicionar uno tras otro todos tus amigos, que siempre quedará alguien que le “echará huevos”, valga la expresión, por ti.
Esos son los vínculos de los que yo hablo, más reales que místicos, los que te atan a circunstancias que tu no eliges, que te eligen, y que afrontas a ciegas, esperando a que amaine el temporal.
Te convierten en mortal, y la vida se te hace más tangible y fugaz a su lado, son los pequeños detalles, pequeñas sonrisas que van y vienen, en continuo viaje y paso, porque los importantes, en el fondo, son los únicos que amarran a puerto.
A eso me refiero, a que son tan especiales y tienen tanto encanto, por su carácter temporal, es un error pretender retener a tu lado a alguien que no debe estarlo, y de bulerías decía Camarón que: “como el agua, todo fluye y se conecta”, y ellos no entienden de coherencia.
Asi que ahora entiendo que a los hombres y a las mujeres haya que mirarlos desde arriba, con perspectiva, porque siempre te acaban sorprendiendo.

domingo, 25 de julio de 2010

Los Miserables

A petición popular, o lo que es lo mismo, a petición de un buen amigo y de su 22 cumpleaños, retorno al vicio que ultimamente tenía bastante olvidado por este apacible calor que nubla en exceso mis ganas, e ideas.
Esta vez ando contrariada, más bien pensativa, o simplemente esquiva, dándole vueltas a un concepto que me cautiva en exceso, algo que es fácil que os traiga tantos recuerdos como a mi, al grito de “eres un cobarde”.
“El mundo es de los valientes” y reinvindicamos al instante que nosotros somos de ese bando, poniéndonos por montera valores y principios que hacemos propios como si nada, siendo los verdaderos abanderados del bien que siempre situamos justo un escalón por encima de cualquier miedo o rechazo, por que en ese momento amigos, somos “los invencibles”,”los intocables”.
Pero como el tiempo no es nuestro amigo, y a él como a otros tantos, le encanta dejarnos con “el culo al aire”, nos regala siempre ese eterno segundo para la posteridad en el que te recuerdas entre dientes y con cara de circunstancias que “el cementerio sí que esta lleno de valientes” y reculas con el rabo entre las piernas con un saco de principios por delante y otro tanto de valores por detrás.
Yo no soy valiente, defiendo cuando puedo, en mitad de la avorágime, mis principios, mis valores, o mis sentimientos, pero no me pidan que mire a los ojos de alguien y sea valiente, por que la verdad sólo es una, el odio es demasiado para mirar y sobretodo el amor es siempre razón suficiente para tirar de cobardía y refugiarse apaciblemente en ella, por si, casualidades de la vida, los valientes resultan ser los perdedores de la película.
Por que ojalá y en algun mundo, ser cobardes no valiera la pena y ser valientes nos retribuyera alguna especie de status de superhombres más allá del bien o el mal, aún así empiezo a pensar que va siendo demasiado tarde, ya que estamos tan acostumbrados al fracaso y la comodidad extrema, que parece que ni la valentía ya, en el fondo nos mereciese la pena.
Más bien somos los miserables y ”Santa Rita Rita que me quede como este” y así uno tras otro condenados a una vida sin riesgo, de valientes camuflados entre algodones, enjaulados en una vejez austera, en un mundo sin reyes, sin iniciativa, sin temeridad, somos un rebaño de cobardes que lapidan sin pensarlo a las voces distintas, afrontémoslo de una vez señores, y sigamos al pastor…
Continuará-….

martes, 29 de junio de 2010

...Salud, dinero y amor

Defínase mi pasión por la literatura, como otro intento deseperado por encontrar el equilibrio en esta caótica vida, en este caótico devenir que a veces me confunde.
“El equilibrio”, el poderoso saber de mantener todo a raya, de sopesar con extremada exactitud nuestras acciones, incluso nuestros pensamientos, que no parecen, muchas veces, quererse someter a coherencia o raciocinio alguno.
Después de tantos días sin escribir, sometida al inmenso yugo de la obligación del estudio, me despierto con una ilusión renovada de quién se sabe libre de ataduras para poder hacer y encontrar el placer en las pequeñas cosas.
Esta vez, mientrás tecleo deliberadamente la poderosa palabra en el buscador, en busca de emergentes definiciones que llenen el vacio cognitivo que ahora me mantiene en vilo, encuentro una definición que me parece lo más cercana a lo que imaginaba, al menos una que le hace más o menos justicia a la palabra que tanto me ha enseñado este año: “Se denomina equilibrio al estado en el cual se encuentra un cuerpo cuando las fuerzas que actúan sobre el se compensan y anulan recíprocamente, esta siempre se referirá a algo que se mantiene en justa medida a pesar de las incidencias o contingencias”.
Yo siempre he sido de extremos así entendereís que no sepa de equilibrios ni de lejos, siempre opto por la opción que implica más riesgos, más adrenalina, o simplemente la que me haga sentirme más viva, pero si puedo deciros algo que hace poco he aprendido: tenia razón aquel que decía que en el equilibrio está la virtud, justo en la mitad del placer y del deber se atisva un rallito de felicidad esperándonos que, a buen seguro no tiene la intensidad de los extremos, pero tiene el poder de llegar y quedarse, de reportarte lo más parecido a la paz durante más tiempo, el momento ya no cuenta, lo importante es mantenerlo.
Si algo he aprendido es que intentar hacer de los extremos realidades duraderas sólo es un burdo intento de creernos fuertes antes las circunstancias, y no lo somos, somos débiles, tanto que un pequeño e invisible cambio podría destruir principios, hechar abajo valores, y hacer concreto lo imposible, tanto que de suerte a muerte va tan sólo una letra. No somos invencibles, e incluso en los mejores momentos deberíamos estar prevenidos, no duran para siempre, los extremos son así, de vez en cuando bailas con el caballo ganador, otras simplemente lo ves pasar delante de tus ojos mientras te das golpes contra la pared pensando qué detalle se te ha pasado para acabar así, pero es que es inevitable, cuando juegas con fuego, tarde o temprano te acabas quemando, es una lección que deberiamos tener aprendida desde el principio, el equilibrio es la conciencia de los poderosos, de los que esquivan la locura a golpe de sensatez.

martes, 18 de mayo de 2010

...Sorpréndeme

Relativamente hay cosas que debes hacer y probar antes de morirte, o al menos eso te dicen siempre que advierten sobre la rapidez con la que vuela el tiempo.
Cásate en las Vegas a lo Marilyn, haz Puenting, visita Japón, encuentra a tu media naranga y exprímela día a día, cómete el mundo y disfruta al hacerlo, pero, entre medias, procura encontrar la forma de saborear cada uno de los pequeños detalles, como si los granitos de arena, al fin y al cabo fuesen incluso más valiosos que las montañas.
Mi padre siempre me dice que la felicidad es la antesala de la felicidad, y yo perpleja durante varios minutos, comprendo que uno no es feliz cuando alcanza la meta, o al menos no lo saboreamos el suficiente tiempo como para serlo, sino que buscamos otra donde subir más lejos, y se pasa una vida tras otra así encontrando nuevas cimas a donde escalar para cumplir el gran objetivo impuesto de la felicidad. Y nos ovidamos con cierta frecuencia del vértigo que supone mirar hacia abajo y ayudar al resto a subir, nos olvidamos de que comodidad no es sinónimo de felicidad, ni parecido, y nos olvidamos, por supuesto, he aquí el "quid" de la cuestión, de que uno no es más feliz cuanto más tiene sino cuando menos necesita.
La felicidad es de aquellos que la piden a gritos, y valga el tópico, de los que luchan por ella sin rendirse a la primera caida, por que si el camino es largo, nos caeremos y nos levantaremos millones de veces, miraremos hacia abajo y sentiremos miedo, sentiremos como la soledad nos roza los talones, la clave está en levantar la mirada, mirar la vida de frente, y lucir sonrisa brillante, puede que así se espanten por fin los fantasmas.
Los pequeños detalles, los grandes tesoros, van a guiarte durante ese camino, y cuidado con subestimarlos, suelen ganarles al mundo de las grandes metas, son esos que durante un instante efímero te dibujan esa sonrisa de tonto que se te suele poner al recordar aquella caña que valía por mil en esas noches de verano, al darte cuenta de que todavía recuerdas lo que llevaba puesto el día que le conociste, o simplemente mientras escuchas anonadado como alguien se acordó de firmarte en la clase que decidiste obviar.
Es por eso por lo que valorarlos es sólo cuestión de corazón, puedes pasar toda una vida escalando para llegar a una meta y sentirte orgulloso de creer que eres feliz por fin, o disfrutar del camino mientras escalas al fin del universo, creer que vas a morir de risa en un momento, o del agradecimiento por un abrazo, o básicamente que te vas a morir del amor por un detalle, creer al fin y al cabo, que una de esas miradas en las que, seguro estas pensando, podría valer más que mil de estas palabras.

martes, 11 de mayo de 2010

...A golpe de vista

Cuando podrías contar millones de cosas y todas te parecen tan superficiales que rellenas miles de hojas que acaban en la basura, te das cuenta de que no hay nada peor que convertir un placer en algo que te suponga algún tipo de presión añadida, por suerte, escribir no lo es todavía para mi.
Abran su caja de prejuicios y les propongo un juego, pongánse a juzgar sin conocer, a opinar de la gente que vemos sin ver nada más que eso, lo que son ante un espejo, pongáse a destripar a la mujer de en frente por su hortera camisa, o al chico de al lado por su mal gusto al combinar, suena despiadado y cruel ¿verdad? Creánme no lo es tanto, si nuestro mundo se mueve por prejuicios, y nosotros siempre hemos sido participes de ellos.
Cuantas veces no hemos puesto etiquetas, hemos prejuzgado a alguien que nos ha acabado sorprendiendo, cuantas veces no hemos mirado con cara asustada a alguien distinto o hemos sentido pereza de conocer a alguien simplemente por la superficialidad de una mirada o una idea, eso es de lo que yo hablo, de que elegimos y escogemos a las personas a golpe de vistazo, y eso dicho sin reparos, nos parece incluso de una vulgaridad inaceptable.
Asusta pensar cuantas cosas se escapan a nuestro control, incluso los prejuicios son una manera más de rebelión a la perfección de mirar y no sentir ni frío ni calor por el de enfrente. Controlamos, o lo intentamos al menos, el instinto de poner en tela de juicio al resto, sostenemos un segundo la mirada y el mundo y sus personas nos parecen más asequibles, más humanas, más de andar por casa, y es entonces, cuando nos creemos con el suficiente poder para prejuzgar, cuando el mundo se desnuda a nuestros ojos solo nos queda escoger árbol al que juntarnos, sólo queda tirar de instinto de supervivencia y deborar al resto.
Por eso hoy reivindico la diferencia, lo póliticamente incorrecto, es verdad que somos jueces de calle de los de usar y tirar, es verdad que construimos fachadas y nos escondemos detrás de ellas como si estas pudiesen protegernos, pero los puentes también son posibles y las fachadas, al final, se acaban cayendo por su propio peso.Así que ahora volvamos a jugar a mi juego, tu mirás a la izquierda y yo a mi derecha, y nos miramos a los ojos y nos encontramos una vez más, pero nos vemos diferente, como si nunca hubiesemos sabido de prejuicios, como dos niños que no saben de etiquetas ni clasismos, como si tu y yo sólo fuésemos capaces de apreciar lo mejor de cada uno, rompamos filas por una vez, y escarbemos a fondo, convezcámonos señores de que el mundo, no sólo baila con máscaras.

miércoles, 5 de mayo de 2010

...De promesas e ilusiones

Había prometido no tocar este tema cuando empece a escribir, como el tema tabú por excepción, pero a petición de esta cálida noche, y ya que me permito una licencia, de cuando en cuando, hoy necesito partir y volver a encontrar el camino.
Meridianamente calculado, al borde de la nostalgia y la sensación de fracaso que me llevaba embargando desde hace días atrás, en el paseo de los miércoles, he descubierto, con la pasividad con la que haces un descubrimiento vanal, que siempre he evitado cruzarme con mis viejos amigos los amores imposibles, mejor dicho, prefiero hablar de amores improbables, esos que se definen en si, por estar condenados al fracaso, los que por naturaleza no funcionan, se evitan, o sólo se desean, aquellos que, en el fondo nos marcan a fuego con letras de algo que se nos resistió, aquellos que siempre se mantienen justo en el filo entre la ilusión y el desgarro.
A los amores improbables, siempre les sobra el encanto y la química para funcionar, pero les falta el sentido comun y la realidad, que nos recuerda una vez más, que de los sueños no se vive amigos, y que por mucho que nos de rabia, los únicos que funcionan son los de los cuentos.
Son ellos los que mueven el mundo, por encima de ambiciones, o dinero, no os engañeis, son tan universales y tan parte de todos que los asumimos y escondemos casi automáticamente, para que a la larga no nos sigan revolviendo la conciencia, o las tripas, pero nada más lejos de la realidad, cuando los “ y si” brotan la veda se destapa…
Es por eso que suelo cambiar los imposibles por improbables, por que somos así, nuestra condición es así, seguimos luchando aún cuando la batalla está perdida, por que no estamos hechos para rendirnos a las primeras de cambio, por que a pesar de todo y sobretodo sabemos que el amor no es significado, es deseo.
Es por eso por lo que son tan geniales, en el fondo, por que el amor es locura, es jódelo todo para volverlo a construir, y los “y fueron felices para siempre”, que quereis que os diga, son tan facilones que incluso acaban aburriendo, por eso estos imposibles son, en realidad, una manera de igualarnos a todos ante una misma realidad inevitable que a veces nos tortura, y es que aunque los amores que matan nunca mueran, como diría Sabina, siempre, por suerte, acabamos sobreviviendo a ellos.

sábado, 1 de mayo de 2010

...Recital de sonrisas

Queridos y adorados lectores que compartis conmigo mis reflexiones inoportunas e impulsivas, la verdad es que ultimamente os tengo abandonados pero es que me dedico a mi otra pasión, la medicina, y últimamente me tiene totalmente acaparada, asi que os dejo una de las cosas más bonitas que he visto ultimamente.....y abajo os cuento...
Porque la amistad realmente es un juego de 2..., un juego en el que darías todo por la otra persona sin esperar nada, sin esperar un simple agradecimiento, un simple gracias...sencillamente lo harías porque lo sientes, porque crees que es lo conveniente y necesario y porque estás completamente seguro de que la otra mitad también lo haría por ti sin dudarlo... y porque sabes que nunca te va a defraudar...
Porque la amistad significa querer a la otra persona por cómo es; con sus virtudes, con las cosas buenas que te aporta; pero también con sus defectos; aceptándole tal como es, sabiendo que es persona y que como tal, puede equivocarse; pero vivir con ese riesgo (Qué sería de nuestra vida sin sufrir riesgos?); y saber perdonar los pequeños errores...Porque tú también puedes haberlos cometido inconscientemente...
Porque...qué aburrida sería esta vida si todos fueramos perfectos! Que relaciones tan monótonas tendriamos... Además, esto nos hace más compasivos...nos enseña a perdonar y a ser mejores personas...
Porque, realmente, la amistad ''perfecta'' la construimos nosotros mismos; nosotros somos los que decidimos cuánto dar al otro, cuánto aportarle, cuánto arriesgar por él y cuántos fallos estamos dispuestos a cometer...también cuántos a perdonar...
Nunca seremos los amigos ''ideales'', pero debemos intentar ser los mejores y hacer todo lo posible por hacer la vida más fácil a los que queremos...Porque ya sabemos que la vida no es fácil, sí, eso ya lo sabemos; por ello, tendremos que poner toda la ''carne en el asador'' y facilitarla en la medida de lo posible... Sí, entonces en ese momento será cuando realmente nos podamos considerar buenos amigos...
Yo llevo toda una vida recopilando recuerdos y amigos, y sin duda, eso es con lo que me quedo con sus brillantes sonrisas, sus ilusiones, sus risas, sus lloros, sus confesiones, y sobretodo con lo mucho que me han dado, que sin duda ha sido más de lo que han recibido, lo mucho que me han hecho crecer, lo feliz que me han hecho todos y cada de uno de ellos, los de siempre, y los de un rato, porque al fin y al cabo todas las personas y las amistades significan algo, son una pequeña muesca en tu vida que esta puesta ahí a propósito en tu camino, justo y necesariamente para que tu cojas algo, aprendas de ellas, y sobretodo seas feliz, porque las amistades, si de verdad lo son, siguen ahí para el resto de todas las vidas que nos quedan.

miércoles, 28 de abril de 2010

...Calculando distancias...

Es difícil empezar a escribir sobre algo, siempre lo es, pero mucho más si ese algo, incluso a ti te resulta extraño, que por mucho que sondees el terreno, siempre andas en tierra de nadie, siempre andas igual de perdido y confuso como la primera vez que te lo planteas.
El olvido es una de esas cosas que de tan generales, te resultan tan cercanas, concretas y tangibles que las notas como parte incluso de ti, como parte del ciclo de la vida.
Estamos tan acostumbrados al olvido como parte del juego que la inercia nos hace olvidar desde las cosas más vanales y rutinarias, a los grandes amigos de la infancia, sin dejar de darnos esa perspectiva que aporta a todo, el hecho de que no recordemos nunca la parte mala de los cuentos.
Nos hemos mal acostumbrado a olvidar resignados a pensar que la felicidad se encuentra escondida detrás del inmenso manto del olvido de los malos ratos, pero nada más lejos de la realidad, el olvido siempre es tan sólo un gran simulacro, nadie sabe ni puede, aunque quiera, olvidar... Un gran simulacro repleto de fantasmas...Fantasmas porque, en el fondo son eso, sólo eso, diagramas de un pasado más o menos mejor pero eternamente tangible, condenado a repetirse en nuestra memoria como eco de unos errores que no debemos vover a cometer, o simplemente como huella de nuestro paso, una huella ínfima que nos convierta en eternos.
Pero es que es tan rara la vida y el olvido que ni siquiera me atrevo a describirlo mucho más, por que mientras mi abuelo olvidaba todo a pasos de gigante, yo lo hubiera dado todo por haber podido hacerlo en vez de él, es tan rara que a algunos les roba lo que más necesitan que son sus recuerdos, y a otros simplemente nos regala la oportunidad de volver a fabricar recuerdos que merezcan la pena guardar, porque a eso si que la memoria nos tiene ganada la batalla, sólo almacena aquello que considera útil para el futuro, aquello que de alguna manera o de otra nos hará avanzar.

lunes, 26 de abril de 2010

...Bailando con lobos

En la baraja de posibilidades y oportunidades que se nos disponen cada día elegimos aquellas que creemos siempre más acordes a lo que queremos en cada momento, eso es inevitable.
Elegimos y damos solución a grandes y pequeños conflictos diarios sin apenas darnos cuenta, con la inercia de la rutina. Esa incosciencia de no saber que estamos eligiendo es un riesgo imprescindible a correr, que nos hace más fuertes, más seguros. Pero ¡cuidado! sólo cuando asumimos que nuestros actos temporales, a priori, de poca importancia, desencadenarán consecuencias más o menos grandes, aprendemos a bailar con el destino, con la vida.
Es él, el destino, el misterio que hoy me inquieta, el gran desconocido, real o ficticio, que siempre nos mantiene e vilo, a la espera de algo más.
¿Pero si existe de qué nos sirve elegir, si no somos libres, si estamos atados por un fino hillo al futuro, a nuestro futuro ya escrito?Es él el que nos coacciona a merecer algo que no queremos, a tener una vida que alguien ya decidió por nosotros.
Siempre nos han contado que algún día la suerte o la vida nos devolverá todo aquello que nos negó o nos quitó en su momento, pero es que yo no quiero eso, si el destino, la vida, o el tiempo one a cada uno en su lugar, en aquel que se ha ganado a pulso, yo no quiero saberlo, me gusta mucho más poder soñar que mi futuro y mis errores los construyo yo, con cada uno de los riesgos que asumo, con cada una de las cosas que aprendo mientras tropiezo y me levanto, sin prisa pero sin pausa, porque la vida sin el riesgo y la adrenalina pierde perspectiva, poque la vida con desino tiene sus ventajas, la comodidad e incluso la felicidad si eres bueno, ¿pero quién quiere ser bueno si estas destinado a morir mañana?

viernes, 23 de abril de 2010

Un amor de tantos....

Sería casi un pecado capital empezar a hablar de algo y que ese algo no fuese el amor de tu vida.
Madrid lo es el mio, y eso que soy su inmigrante, mitad sangre madrileña mitad conquense, note un flechazo en el mismo momento en que pise sus calles tan llenas de vida, en el mismo momento en que sentí su belleza su cultura y sus posibilidades como parte de las mias.
Fabricar recuerdos por sus calles es sólo parte del trato que firmas al llegar, la propina la constituye el hecho de que siempre te acabas enamorando de sus rinconcitos y sus misterios, de la magía que desprende el hecho de que nunca llegarás a conocerlo tanto como te gustaría.
Porque Madrid es así, sin más o con mucho más, no entiende de fronteras o colores, pero sin embargo le guarda un rincón en su corazón a sus tradiciones más castizas. Madrid mi Madrid, fue el que me acogio con los brazos abiertos, el que me abrió los ojos a un nuevo horizonte, porque mi Madrid es ya parte de mi vida, porque a mi Madrid le sobra el encanto y le faltan las ganas de cambiar, porque las huellas que dejamos por él son sólo sombras de unos caminates sin rumbo, son sólo ratos pasajeros que invertimos por sus calles, calles que serán destino eternamente de almas sin consuelo, de la agotadora vida nómada que le ofrecen sus ajetreados habitantes, de la vitalidad que le confieren sus atardeceres entre claxones y prisas.
Un segundo eterno y Madrid vuelve a ser mi Madrid, ese que guarda mis mejores recuerdos, ese que tiñe de gris perla el horizonte de mis mejores secretos.
Hasta otra señores, su siempre servidora Sara Musodena.

miércoles, 21 de abril de 2010

Por mi y por todos mis compañeros...

Una vez enumeradas cuidadosamente las razones por las que escribes lo haces sin más por inercia, por puro placer a la verborrea, por sincero amor a las letras y todo su mundo.

No puedo explicar como brotan las palabras de tu puño y letra cuando coges un boli, no puedo explicar como imaginas vidas paralelas que se entrelazan entre líneas, pero sin duda aquel que entiende que un libro es una vida a parte que merece la pena compartir sabrá entender de lo que hablo.

En la soledad de un flexo centelleante que imprime cierto romanticisimo al ambiente me acompaño, con la única amistad de un boli y un papel a mi lado, y vuelvo una vez más como todos los días al país en que mis recuerdos, mis deseos y secretos toman vida, en que la realidad se diluye y deja paso a la imaginación, ese país que me ha visto crecer entre ilusiones y que no necesita nada más que le dedique unos segundos para poder hacerse cada vez más grande cada vez más fuerte.

Será por eso por lo que empiezo escribir aquí por dejar un trocito de mi corazón y una ínfima huella de mi mundo por alguna parte, no prometo nada, que cada día es un mundo y las millones de cosas sobre las que se me ocurre escribir merecen cabida en estas páginas, sólo pretendo con él descubrir que hay vida más allá de las letras y de la realidad y que todo se construye a partir de un sueño, el mio, el de escribir.

Sin más dilaciones, se despide por ahora una servidora que son muchos los quehaceres cotidianos que hoy me ocupan y me impiden poder abrir un poco más la baraja de historias con las que pretendo hacer disfrutar a mis lectores.

Un saludo, Sara Musodena